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domingo, 29 de enero de 2012

CUANDO LA IGNORANCIA SE CONVIERTE EN OSADÍA.













Saludos a todos, los que me queréis, los que me odiáis sin conocerme sólo por lo que habéis oído y os han dicho, a los que sabéis quién soy realmente y cuál ha sido y es mi vida... para todos los que entráis en este mi pequeño mundo con la intención que sea... y también para aquellos malintencionados malinformados.

Esta mañana leyendo varios artículos encontré lo siguiente y quiero compartirlo con todos... aquellos que no quieran... ya saben... que no entren y si ya han entrado que se marchen.



Ha crecido enormemente la osadía de muchos ignorantes: tratan como verdad incuestionable un simple chascarrillo cuando es propicio a sus intereses, hasta le ponen nombre y apellidos y lo publican en grandes titulares para confundir aun más. Intentan revolver las aguas tranquilas de la verdad, inquietando a la gente sencilla, haciéndoles creer que el gran poder que tienen va acompañado de autoridad moral.

Nada más alejado de la realidad.

El poder genera autosuficiencia, engreimiento, dominio sobre las cosas y afán obsesivo de dirigir la libertad de los demás utilizando la mentira, el encubrimiento, las medias verdades... todo a su favor y conveniencia.

Sin embargo, la verdad es objetiva, está en boca de pocos, en el fundamento no en lo anecdótico, en las fuentes verdaderamente sabias no en las especulativas. La verdad está fuera de lo opinable.


Hasta pronto y sed felices, y no lo dudéis yo lo soy. Nieves.


2 comentarios:

Nieves dijo...

Detesto a la gente que me condena sin tomarse la molestia de conocerme.
No soporto a los que no miran de frente,
a los que miran por encima del hombro,
a los que hablan a la espalda.
Aborrezco a aquellos que te valoran por lo que tienes, o peor,por lo que no tienes.
Me repugnan los que creen que el dinero lo compra todo y a todos.
Maldigo a quienes no respetan la vida
y ponen en manos de críos máquinas de matar y no juguetes.
Me aburren quienes no tienen nada que decir
y se conforman con lo que dicen los demás.
No aguanto la envidia.
Censuro la maldad.
Reniego de la mentira.
Me apenan los que traicionan la palabra confianza.
Desapruebo las batallas, si no son por amor.
Sin embargo,valoro a quienes se toman la molestia de conocerme,
antes de juzgarme.
Me seducen los que me miran cara a cara, con mirada franca.
Aprecio a quienes me quieren por lo que tengo, y lo que perdí.
Me cautivan los que no venden su alma, la regalan.
Admiro a quienes saben hacer felices a los demás,
a los que regalan a un niño un sueño, una esperanza, una ilusión.
Me interesan quienes miran hacia dentro
y descubren que necesitarían dos vidas para explicar todo lo que ven.
Me entusiasma la generosidad.
Alabo la bondad.
Bendigo la verdad.
Me alegra poder conjugar, día tras día, el verbo confiar.
Apruebo las batallas que se ganan con palabras, con besos.

Edward T. Head dijo...

Que lindas cosas escribes